Hace mucho tiempo que el señor Gibson me cae muy gordo (pero que muy gordo, por eso omito su fotografía). Tan mal me cae este hombre que he decidido clasificarlo como mal actor, por tirano, machista, homófobo, hipócrita y, ahora, además, anti-semita. Por fin un grupo de personas de Los Ángeles ha decidido hacer una campaña anti-Mel.
Retrocedamos unos días... Ya teníamos todos asumido el ultra-catolicismo de Mel, y hasta hace unos días sólo era público su vicio oficial de fumador empedernido, pero no se había publicitado su adicción al alcohol (ay, Mel, eso también es pecado) hasta que ha sido detenido por conducir ebrio. Cuando fue detenido por la policía parece ser que perdió la compostura y comenzó a insultar a la comunidad judía. Sus publicistas se han apresurado a anunciar que acude a rehabilitación, para calmar un poco los ánimos, dado que la comunidad judía es la que controla una buena parte del negocio que le da de comer a "Braveheart". Y es que va a ser francamente difícil de rehabilitar, dado que de todos es conocido que un borracho es de lo más sincero, y que sus comentarios anti-judíos no son fruto de la enajenación, sino de la plena convicción.
Así que las reacciones no se han hecho esperar: aunque la comunidad judío-hollywoodiense ha aceptado la disculpa de la estrella, se ha producido una reacción anti-Mel. Algunos periodistas-alarmistas (supongo que dirigidos por la mano del publicista) apuntan al hecho de que el alcohólico Mel trataba de suicidarse (si conducir a 80mph-135Km/h donde marca 50mph-85Km/h es tratar de suicidarse, deduzco que el mundo está lleno de suicidas sobre ruedas). Mientras tanto, estrellas (porque no se le puede llamar actor) como Rob Schneider reniegan públicamente del australiano y un grupo de ciudadanos de L.A. busca una valla publicitaria en pleno Sunset Boulevard para protestar contra el anti-semitismo en general y particularmente contra Gibson. Sólo que la industria ha ganado muchos dólares con este señor y ahora se ve en la encrucijada: perdonarle o comerse el Mel-ón.
Antes de terminar, apuntar la reciente desaparición de un secundario de lujo: Jack Warden. Así, el nombre a muchos no les dice nada, pero la foto hará que lo reconozcamos por sus innumerables apariciones en cine y televisión. Fue nominado al Oscar (cuando eso era algo significativo) por dos películas, Shampoo y El cielo puede esperar, en ambas junto a Warren Beatty, y podemos recordarle en Todos los hombres del presidente (en la foto) y De aquí a la eternidad. Era de esos actores imprescindibles para aportar credibilidad, fuerza y humor, de los que "ya no se fabrican".
Retrocedamos unos días... Ya teníamos todos asumido el ultra-catolicismo de Mel, y hasta hace unos días sólo era público su vicio oficial de fumador empedernido, pero no se había publicitado su adicción al alcohol (ay, Mel, eso también es pecado) hasta que ha sido detenido por conducir ebrio. Cuando fue detenido por la policía parece ser que perdió la compostura y comenzó a insultar a la comunidad judía. Sus publicistas se han apresurado a anunciar que acude a rehabilitación, para calmar un poco los ánimos, dado que la comunidad judía es la que controla una buena parte del negocio que le da de comer a "Braveheart". Y es que va a ser francamente difícil de rehabilitar, dado que de todos es conocido que un borracho es de lo más sincero, y que sus comentarios anti-judíos no son fruto de la enajenación, sino de la plena convicción.
Así que las reacciones no se han hecho esperar: aunque la comunidad judío-hollywoodiense ha aceptado la disculpa de la estrella, se ha producido una reacción anti-Mel. Algunos periodistas-alarmistas (supongo que dirigidos por la mano del publicista) apuntan al hecho de que el alcohólico Mel trataba de suicidarse (si conducir a 80mph-135Km/h donde marca 50mph-85Km/h es tratar de suicidarse, deduzco que el mundo está lleno de suicidas sobre ruedas). Mientras tanto, estrellas (porque no se le puede llamar actor) como Rob Schneider reniegan públicamente del australiano y un grupo de ciudadanos de L.A. busca una valla publicitaria en pleno Sunset Boulevard para protestar contra el anti-semitismo en general y particularmente contra Gibson. Sólo que la industria ha ganado muchos dólares con este señor y ahora se ve en la encrucijada: perdonarle o comerse el Mel-ón.
Antes de terminar, apuntar la reciente desaparición de un secundario de lujo: Jack Warden. Así, el nombre a muchos no les dice nada, pero la foto hará que lo reconozcamos por sus innumerables apariciones en cine y televisión. Fue nominado al Oscar (cuando eso era algo significativo) por dos películas, Shampoo y El cielo puede esperar, en ambas junto a Warren Beatty, y podemos recordarle en Todos los hombres del presidente (en la foto) y De aquí a la eternidad. Era de esos actores imprescindibles para aportar credibilidad, fuerza y humor, de los que "ya no se fabrican".
2 comentarios de texto:
Una lástima lo de Warden. Era un gran actor de reparto.
Me encantaba su papel de Max en "El cielo puede esperar"!! Gran perdida!
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