Calle 14: agosto 2006

Plutón también existe

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  • 25 agosto 2006
  • Retroclásica

  • Los astros, como las personas, a veces no dan la talla. Cuando lo descubrieron parece ser que el estándar planetario admitía a los más pequeños, o es que a lo mejor, en 1930, no fueron capaces de darse cuenta de que se trataba de un asteroide sin más. Al día de hoy, los astrónomos que habitan esta oronda Tierra acaban de decidir que Plutón ya no es un planeta. Qué pena, con lo bien que quedaba acabar la lista del sistema solar con una palabra aguda: “…y Plutón.”

    Me pregunto qué va a pasar con todos aquellos que tengan “la luna en Plutón”, con su definición en los diccionarios, las entradas de las enciclopedias, los libros de astronomía, los de astrología, las webs, los blogs, las wikipedias… Uf, ¿merece la pena? Acaso, pienso, no deja de ser una operación de marketing para reactivar el mundo editorial y audiovisual, recalcular millones de cartas astrológicas, reinventar el horóscopo y que todos los plutonianos, de repente, cambien de carácter.

    El pequeño Plutón rota en los límites (que sepamos) de nuestro sistema solar, solito, dando una vuelta alrededor del sol cada 250 años y con una inclinación y órbita ligeramente diferentes al resto, muy ajeno a las clasificaciones y mediciones a las que se ve sometido. Ni siquiera sabe que le pusieron el nombre del dios latino de los infiernos (Pluto), permanece ignorante de la existencia de quienes le han enviado la sonda “Nuevos horizontes” que puede se acerque con éxito a conocerlo; ignorante incluso de su pertenencia a un sistema solar, a una galaxia, a un universo. Y es que es más pequeño que la luna, o que Xena o UB313, el último planeta descubierto en nuestro sistema. Ay, “de fuera vendrán, que de casa te echarán”.

    Está claro que el que no da la talla y va a su bola queda fuera de órbita. Pobre Plutón, pelotilla marginal de nuestro ordenado sistema.

    WHO are you, who-who, who-who?

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  • 16 agosto 2006
  • Retroclásica

  • 29 de julio, Zaragoza. Guiadas por el entusiasmo de nuestra amiga Mónica nos hemos presentado en un ti-ta en la capital maña para disfrutar de un gran concierto. Un sol de justicia nos recibe en la plaza de la pilarica, pero el recinto del concierto nos abraza con aire acondicionado y cerveza fresquita. El escenario es enorme y unos teloneros que se valen de guitarra, bajo y batería para dar caña auguran una velada inolvidable.

    Así fue. Roger Daltrey y Pete Townshend, entraditos en la sesentena, están en plena forma y nos ofrecen dos horas, dos, de fuegos artificiales musicales, porque así es como viví yo el concierto, como si estuviera contemplando boquiabierta una traca final de dos horas desde Alderdi Eder. No podíamos contenernos, había que saltar, bailar, corear las canciones. Nada más lejos de las recientes decepciones de los Rolling, salvo que la gente de Barcelona vio cómo se esfumaba su cita con The Who, si bien Zaragoza brindaba una segunda oportunidad.

    A los que nos acercamos de refilón a Daltrey y Townshend el concierto nos sorprendió y enganchó. Hasta tal punto que tengo preparadas “Tommy” y “Quadrophenia” en mi videoteca para su revisión, no importa si el tiempo y las modas han hecho mella en ellas, pero para volver a vivir esa intensidad musical de hace un par de semanas. A decir verdad, estoy deseando volver a ver “The pin-ball wizard”, ese duelo Elton John-Roger Daltrey.



    Ni que decir tiene que a los fans y “mods” que poblaban de camisetas el recinto el concierto les entusiasmó, “es el mejor concierto que he visto”, se repetía. El público heterogéneo, joven y maduro, estaba completamente entregado. A veces coreaban el nombre del batería, un tal Zak Starkey, sí, hijo del mismísimo Ringo Starr, y que en realidad dice haber aprendido todo lo que sabe del propio Keith Moon, uno de los dos miembros de la formación original ya fallecidos.

    Lo confieso, a estas alturas (del verano y de la vida) me he convertido en una fan de The Who y si cumplen su promesa de volver el año que viene a Barcelona, seguro que la expedición donostiarra allá volverá gritando la consigna: WHO! WHO! WHO! WHO!

    Mel, melón

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  • 04 agosto 2006
  • Retroclásica
  • Hace mucho tiempo que el señor Gibson me cae muy gordo (pero que muy gordo, por eso omito su fotografía). Tan mal me cae este hombre que he decidido clasificarlo como mal actor, por tirano, machista, homófobo, hipócrita y, ahora, además, anti-semita. Por fin un grupo de personas de Los Ángeles ha decidido hacer una campaña anti-Mel.

    Retrocedamos unos días... Ya teníamos todos asumido el ultra-catolicismo de Mel, y hasta hace unos días sólo era público su vicio oficial de fumador empedernido, pero no se había publicitado su adicción al alcohol (ay, Mel, eso también es pecado) hasta que ha sido detenido por conducir ebrio. Cuando fue detenido por la policía parece ser que perdió la compostura y comenzó a insultar a la comunidad judía. Sus publicistas se han apresurado a anunciar que acude a rehabilitación, para calmar un poco los ánimos, dado que la comunidad judía es la que controla una buena parte del negocio que le da de comer a "Braveheart". Y es que va a ser francamente difícil de rehabilitar, dado que de todos es conocido que un borracho es de lo más sincero, y que sus comentarios anti-judíos no son fruto de la enajenación, sino de la plena convicción.

    Así que las reacciones no se han hecho esperar: aunque la comunidad judío-hollywoodiense ha aceptado la disculpa de la estrella, se ha producido una reacción anti-Mel. Algunos periodistas-alarmistas (supongo que dirigidos por la mano del publicista) apuntan al hecho de que el alcohólico Mel trataba de suicidarse (si conducir a 80mph-135Km/h donde marca 50mph-85Km/h es tratar de suicidarse, deduzco que el mundo está lleno de suicidas sobre ruedas). Mientras tanto, estrellas (porque no se le puede llamar actor) como Rob Schneider reniegan públicamente del australiano y un grupo de ciudadanos de L.A. busca una valla publicitaria en pleno Sunset Boulevard para protestar contra el anti-semitismo en general y particularmente contra Gibson. Sólo que la industria ha ganado muchos dólares con este señor y ahora se ve en la encrucijada: perdonarle o comerse el Mel-ón.

    Antes de terminar, apuntar la reciente desaparición de un secundario de lujo: Jack Warden. Así, el nombre a muchos no les dice nada, pero la foto hará que lo reconozcamos por sus innumerables apariciones en cine y televisión. Fue nominado al Oscar (cuando eso era algo significativo) por dos películas, Shampoo y El cielo puede esperar, en ambas junto a Warren Beatty, y podemos recordarle en Todos los hombres del presidente (en la foto) y De aquí a la eternidad. Era de esos actores imprescindibles para aportar credibilidad, fuerza y humor, de los que "ya no se fabrican".
     
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