Calle 14: octubre 2006

Todo Lubitsch (y II)

2
  • 16 octubre 2006
  • Retroclásica
  • Qué mas contar acerca de Lubitsch. Que resulta ciertamente increíble que exista gente que no lo conozca, ni a él ni a su mejor discípulo, Billy Wilder. Parece increíble, pero es cierto, hay gente que ignora la existencia de “Dios” (Trueba dixit). Este año he conocido a ciertas personas que así me lo han confirmado.

    Ver un ciclo como éste ayuda a certificar a Lubitsch como inventor de la comedia sofisticada, la que tan bien han cultivado Wilder, Cukor, Hawks, Sturges o Stanley Donen (mi sofisticado favorito). No sé qué ocurre ahora en el mundo del cine, en el que la comedia es un género que ha concluído en el subgénero “acumulación de gags” (por lo general de mal gusto). Creo que mi última comedia favorita es de finales de los ochenta, “When Harry met Sally”, y eso a pesar de que Billy Cristal nunca fue santo de mi devoción y Meg Ryan me resulta antipática. Para divertirme últimamente prefiero ver comedias argentinas que nada tienen de sofisticadas pero que son inteligentes y divertidas, o series de televisión como las “Chicas Gilmore” que me han atrapado con sus diálogos delirantes repletos de ironía y de homenajes a muchas de mis películas favoritas.

    Dónde estará el “toque Lubitsch”, me pregunto. Es decir, todo lo que se expresa con la elipsis, con el gesto, con una mirada, con un objeto en un lugar inesperado, con una frase surrealista y que al evolucionar hacia el “toque Wilder” sólo ganó en dosis de poder corrosivo. Creo que no queda nada de eso en el cine actual. Vi “El diablo viste de Prada” y me pareció un divertimento estupendo para una tarde de sábado y sofá, un vehículo de lucimiento para la Streep (que resulta grande en comedia) y poco más. Y dar gracias a que el humor no se basa en el ridículo ni en lo escatológico y que, de vez en cuando, salta una frase inteligente a la que agarrarse como a un clavo ardiendo. Pero todo en ese cine es previsible, copiado y repetido hasta la saciedad, no tiene nada de original. Mientras, Lubitsch es capaz de hacer reír al ritmo de “Heil” o recitando a Hamlet, consigue hacer reír a la Garbo y que el cine entero se ría con ella.

    El toque Lubitsch presupone y cuenta con la inteligencia del espectador. Es la fórmula mágica. La comedia de hoy es burda porque muchas veces se piensa que el público es tonto y hay que dárselo todo pensado. Viendo una obra de Lubitsch el espectador entra dentro de la trama, la asimila, va sumando uno más uno, más uno… y el resultado de la ecuación no sólo es una sonrisa o una carcajada, sino una sensación de que el autor ha contado con quien se sienta en la butaca y ha sabido conquistarlo.

    Todo Lubitsch (I)

    4
  • 01 octubre 2006
  • Retroclásica

  • Es inútil, si ya a diario me parece dificilísimo mantener una bitácora, durante el festival es imposible intentarlo. Aunque hay gente que es capaz de hacerlo trabajando tanto como yo. Os recomiendo las crónicas de mi amigo Iván desde el festival, visto por un zaragozano que también trabaja a destajo en esto del cine. Me encantan su visión de mi ciudad y sus relatos de cuanto ocurre dentro y fuera del cine.

    Por mi parte, cualquier intento de contar el día a día ha sido en vano, y ahora tampoco me voy a poner a hacer un recuento de cuanto he visto. Después de un rato de bici, otro de playa y otro de siesta, por fin puedo pensar en los diez días precedentes y hacer balance. Una restrospectiva estupenda pero un esfuerzo muy grande; algunas actividades añadidas dentro de la retrospectiva y un catarro incontrolable han hecho que lleve una semana entera luchando con los coletazos del verano, con el aire acondicionado de las salas y con el cansancio.

    La filmografía de Lubitsch se divide dos veces en dos: el cine mudo y el cine sonoro, por un lado; y la faceta alemana y la americana por otro. Lo que todos hemos podido conocer gracias al video y la televisión es el cine sonoro en la etapa americana. Así, quién no ha visto "To be or not to be" ("Ser o no ser"), "Ninotchka" o "The shop around the corner" ("El bazar de las sorpresas"). La primera, por cierto, recién reeditada en DVD, aunque la copia digitalizada no sea precisamente una maravilla (es lo que pasa con esas ediciones de baratillo). En mi videoclub habitual la copia estaba retirada de la estantería, aunque si una la pedía se la bajaban del almacén. No sé si con la retrospectiva la habrán recolocado en su estupenda sección de clásicos.

    En la web de una conocida cadena internacional asentada hasta en Donostia, sólo aparece este título reeditado y "That uncertain feeling" ("Lo que piensan las mujeres", curiosa versión del título en español), que hace tiempo que habita en mi videoteca y que si ya me parecía flojita, ahora me lo parece mucho más. En el videoclub también está "Cluny Brown" (de la que me quedo con el pequeñísimo pero divertido papel de la madre del farmacéutico). Y en Amazon.com pueden encontrarse otros títulos, de hecho hace tiempo que tengo la edición americana de "The shop around the corner", mi Lubitsch favorito.

    Y poco más a nuestro alcance digital. Una pena. Me muero por una copia de "Bluebeard's eighth wife" ("La octava mujer de Barbazul"), que la tenía vista hace siglos por la tele pero que la vi como si fuera completamente nueva hace sólo dos días. Al menos puedo encargarme la última que vi ayer, "Heaven can wait" (no voy a dar el título en español, porque me parece una faena), que no tiene desperdicio aunque termine siendo excesivamente sentimental.

    En mi ranking, mención especial para "If I had a million" ("Si tuviera un millón"), una colección de historias en la que Lubitsch aporta la más breve, gráfica e irónica, "The clerck" ("El oficinista").

    Y hasta aquí puedo contar hoy. Prometo contar más.
     
    Copyright 2010 Calle 14