Sigo el recorrido por mis canciones favoritas y tengo que pararme un buen rato en Stevie Wonder, y escuchar All in love is fair, Lately, Ribbon in the sky, For once in my life y You and I.
Wonder es un vocalista privilegiado, un músico hábil especialmente con la armónica, con la que desde niño fue reconocido como 'Little Stevie'. Sus álbumes de los sesenta y setenta son profundos, completísimos; mucho antes de que llegara Prince, Wonder se ocupaba de hacer todos los arreglos y tocar prácticamente todos los instrumentos. Sus temas más populares son optimistas y alegres: You are the sunshine of my life, Isn't she lovely. Sin embargo, para mí no hay nada como sus baladas. Con los ritmos ochenteros y rozando la horterada con el I just called to say I love you, perdí el interés y dejé de seguirle la pista (escucho el arreglo de este Lately y creo que sólo le hacía falta un piano para hacer una versión memorable, todo lo demás sobra). En los últimos años ha publicado cosas interesantes, pero yo sigo interesada por el Stevie fresco, innovador, melancólico y romántico de You and I.
Contemplar, escuchar
1
Escucho en esta caja mágica que es Spotify a una cantante maravillosa a la que tenía algo olvidada; Nancy Wilson, una elegante intérprete de standards, entre el jazz y el pop. Salto de ella a Barbra, porque tienen muchas canciones en común. Y de ahí a Norah Jones, que irrumpió como un soplo de aire fresco en este triste panorama de exhibicionistas, gritones y voces impersonales manipuladas por el márketing. Soy retro y soy clásica, no me queda más remedio, hay pocas cosas novedosas que francamente me gusten. Vuelvo a Nancy Wilson y encuentro en su Fly me to the moon lo que le falta al admirado Sinatra, delicadeza.
Me gustan esas canciones en las que confluyen una letra inteligente, una melodía sofisticada, unos arreglos al más puro estilo Mancini o Bacharach, elegantes, sesenteros y metálicos. Algo que va de contemplar a Audrey Hepburn cantando Moon river en la ventana, o a Claudine Longet haciendo de Nothing to lose un remanso de paz, una pausa en la locura de El guateque. Ya ni siquiera las canciones para las películas son lo que fueron, suenan en los títulos de crédito cuando te invitan a abandonar la sala y no en comienzos brillantes como The way we were, o en momentos delicados de la trama, como ese Put the blame on mame de Gilda, o que transmiten la emoción del momento, dígase la intensa The man that got away que Judy Garland nos regala en A star is born. O ese Makin' whoopie sexy que sobre el piano se marca Michelle Pfeiffer en The Fabulous Baker Boys.
Salto al pop. Me gusta el Tapestry de Carole King, un disco en el tras irrumpir con la contundente I feel the earth move es capaz de reordenar las emociones con So far away 'but you're so far away, doesn't anybody stay in one place anymore?'. Creo que desde el álbum Tracy Chapman, no ha habido un disco que me haya cautivado con todos y cada uno de sus temas, que tenía el pobre vinilo desgastado de tanto escucharlo. Bueno, sí, hay uno, Noa
Y siempre me quedarán mis discos sesenteros y setenteros de la Streisand. Y si es algo que os produce risa, es porque nunca los habéis escuchado. Ya veis, no tenía gran cosa que contar, pero sí mucho que decir.
Me gustan esas canciones en las que confluyen una letra inteligente, una melodía sofisticada, unos arreglos al más puro estilo Mancini o Bacharach, elegantes, sesenteros y metálicos. Algo que va de contemplar a Audrey Hepburn cantando Moon river en la ventana, o a Claudine Longet haciendo de Nothing to lose un remanso de paz, una pausa en la locura de El guateque. Ya ni siquiera las canciones para las películas son lo que fueron, suenan en los títulos de crédito cuando te invitan a abandonar la sala y no en comienzos brillantes como The way we were, o en momentos delicados de la trama, como ese Put the blame on mame de Gilda, o que transmiten la emoción del momento, dígase la intensa The man that got away que Judy Garland nos regala en A star is born. O ese Makin' whoopie sexy que sobre el piano se marca Michelle Pfeiffer en The Fabulous Baker Boys.
Salto al pop. Me gusta el Tapestry de Carole King, un disco en el tras irrumpir con la contundente I feel the earth move es capaz de reordenar las emociones con So far away 'but you're so far away, doesn't anybody stay in one place anymore?'. Creo que desde el álbum Tracy Chapman, no ha habido un disco que me haya cautivado con todos y cada uno de sus temas, que tenía el pobre vinilo desgastado de tanto escucharlo. Bueno, sí, hay uno, Noa
Y siempre me quedarán mis discos sesenteros y setenteros de la Streisand. Y si es algo que os produce risa, es porque nunca los habéis escuchado. Ya veis, no tenía gran cosa que contar, pero sí mucho que decir.
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