Calle 14

Contemplar, escuchar

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  • 04 abril 2011
  • Retroclásica
  • Escucho en esta caja mágica que es Spotify a una cantante maravillosa a la que tenía algo olvidada; Nancy Wilson, una elegante intérprete de standards, entre el jazz y el pop. Salto de ella a Barbra, porque tienen muchas canciones en común. Y de ahí a Norah Jones, que irrumpió como un soplo de aire fresco en este triste panorama de exhibicionistas, gritones y voces impersonales manipuladas por el márketing. Soy retro y soy clásica, no me queda más remedio, hay pocas cosas novedosas que francamente me gusten. Vuelvo a Nancy Wilson y encuentro en su Fly me to the moon lo que le falta al admirado Sinatra, delicadeza.

    Me gustan esas canciones en las que confluyen una letra inteligente, una melodía sofisticada, unos arreglos al más puro estilo Mancini o Bacharach, elegantes, sesenteros y metálicos. Algo que va de contemplar a Audrey Hepburn cantando Moon river en la ventana, o a Claudine Longet haciendo de Nothing to lose un remanso de paz, una pausa en la locura de El guateque. Ya ni siquiera las canciones para las películas son lo que fueron, suenan en los títulos de crédito cuando te invitan a abandonar la sala y no en comienzos brillantes como The way we were, o en momentos delicados de la trama, como ese Put the blame on mame de Gilda, o que transmiten la emoción del momento, dígase la intensa The man that got away que Judy Garland nos regala en A star is born. O ese Makin' whoopie sexy que sobre el piano se marca Michelle Pfeiffer en The Fabulous Baker Boys.


    Salto al pop. Me gusta el Tapestry de Carole King, un disco en el tras irrumpir con la contundente I feel the earth move es capaz de reordenar las emociones con So far away 'but you're so far away, doesn't anybody stay in one place anymore?'. Creo que desde el álbum Tracy Chapman, no ha habido un disco que me haya cautivado con todos y cada uno de sus temas, que tenía el pobre vinilo desgastado de tanto escucharlo. Bueno, sí, hay uno, Noa

    Y siempre me quedarán mis discos sesenteros y setenteros de la Streisand. Y si es algo que os produce risa, es porque nunca los habéis escuchado. Ya veis, no tenía gran cosa que contar, pero sí mucho que decir.

    La gata de ojos violeta

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  • 23 marzo 2011
  • Retroclásica
  •  Liz Taylor en el Zinemaldia, en los setenta

    Me he pasado un buen rato pensando en cómo titular esta entrada. No ha sido fácil, porque desde "La fierecilla domada" hasta "Quién teme a Virginia Woolf" existen muchos matices que encajan con esta mujer, un espíritu apasionado, indomable, de una raza extinta, la del glamour. Se nos ha muerto hoy la mujer de la mala salud de hierro, Elizabeth Taylor, la actriz de ojos de color violeta (al menos eso dice la leyenda), la que escandalizó al mundo con sus ocho matrimonios, dos con Richard Burton, quizá el hombre de su vida. La que tras quedarse viuda de Michael Todd fue a consolarse con Eddie Fisher, que era el marido de su mejor amiga, Debbie Reynolds. Cuando dejó de trabajar como actriz se dedicó a llenar portadas, saliendo por enésima vez del Betty Ford, casándose con un albañil llamado Larry Fortensky o posando con sus impresionantes joyas.

    Mujer inteligente, utilizó toda esa proyección social para su último gran papel en esta vida: la lucha contra el SIDA, después de perder a su amigo Rock Hudson, quien, recordemos, fue el primer famoso derrotado por un mal hasta entonces desconocido, a mediados de los ochenta.

    Pero rebobinemos, porque aquí lo que cabe, por encima de todo, es la actriz, que empezó de niña, donde dejó al público cautivado con su belleza actuando junto a otro gran niño-actor, Mickey Rooney, en "National Velvet" (Rooney será probablemente uno de los pocos supervivientes de la época). También coincidió en "Lassie come home" con otro niño prodigio, Roddy McDowall, en esos comienzos, de los que cabe destacar la versión en color de "Little Women", la archiconocida novela de Louise M. Alcott.

    Su rostro de porcelana de espesas cejas marcadas sobre ese par de ojos impresionantes, y esa cintura de avispa tan de los cincuenta se harían inolvidables más adelante en títulos como "Gigante", "La gata sobre el tejado de zinc", "De repente, el último verano". Una actriz muy adecuada para las obras de Tennessee Williams, por su carácter explosivo y sensual.

    "Cleopatra", una obra fallida (pero a reivindicar) de Joseph L. Mackievickz marca un antes y un después en su vida y su carrera, se trata del encuento y del comienzo de la pasional historia de amor con Richard Burton, sus idas y venidas, estruendosas rupturas y sonoros retornos. De esa época, "Una mujer marcada", "Quién teme a Virginia Woolf" (que le reportaron sendos Oscar) y "Reflejos en un ojo dorado" (magnífica y acompañada por un gran Marlon Brando) son películas a desempolvar en las estanterías. Yo acabo de revisar un título menor, maltratado por crítica y público, "Castillos en la arena", de Vincente Minnelli, en la que una ya madura Liz Taylor sigue embrujando con su sensualidad salvaje a Richard Burton (y con música de Johnny Mandel, "The shadow of your smile").

    Como acaba de decir Conxita Casanovas en la radio, casi duele saber que su despedida de la gran pantalla fue una versión de "Los picapiedra". Por suerte, nunca dejó de ser estrella y, como decíamos, supo utilizar su popularidad, dinero e influencia para impulsar los primeros proyectos de apoyo e investigación al SIDA, junto con su amigo Michael Jackson.

    Se acaba una época, se va extinguiendo el glammour del Hollywood dorado, una forma de entender el cine y la propia industria, algo irrepetible.

    Luis Gasca recuerda el paso de Elizabeth Taylor por el festival de cine de San Sebastián

    La diligencia

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  • 21 marzo 2011
  • Retroclásica

  • Hace unos días repasamos una obra maestra de John Ford con alumnos de bachillerato. (Hay que ponerse en su lugar: no saben quién era John Ford, ni John Wayne, ni Claire Trevor. Especialmente los dos primeros, tan asociados a la historia del cine y al western en particular).

    La diligencia (Stagecoach, 1939) fue el primer western sonoro que rodó Ford. La que hoy es considerada una de las mejores películas de la historia del cine sembró muchas dudas cuando Ford, que había adquirido años antes los derechos de la historia, propuso su rodaje. Leída hoy la respuesta que tuvo que escuchar suena hilarante: "Pero es un western y ya nadie hace westerns". Pensemos en todo lo que, después de esta maravilla, Ford rodó. Él y Anthony Mann nos dieron las mejores historias del oeste americano durante los siguientes treinta años.

    David O. Selznick (que en esa época vivía la histeria de la producción de "Lo que el viento se llevó") iba a producir la película. Ford, que llevaba una década sin rodar con John Wayne, quería a Wayne en el papel protagonista, pero Selznick imponía a Gary Cooper, que era más popular en aquella época, como deseaba que fuera Marlene Dietrich la que protagonizara a Dallas en lugar de Claire Trevor. Por suerte para nosotros, la película terminó en manos del productor Walter Wanger.

    Según Ford contó al director (y cinéfilo) Peter Bogdanovich en una excelente entrevista que le hizo al final de su carrera, la historia se inspira en "Bola de sebo" de Guy de Maupassant (historia rodada como Mademoiselle Fifí en 1921 y más tarde en 1944, por Robert Wise), un viaje en diligencia en plena guerra franco-prusiana. Hay cierta relación entre ambas historias, aunque algunos autores consideran esa inspiración algo exagerada.

    La diligencia es una historia que tiene dos espacios contrapuestos: el pequeño del carruaje tirado por caballos, mínimo, incómodo, duro, polvoriento e inseguro, y el inmenso espacio abierto y grandioso de la tierra americana, perfectamente representada por Monument Valley, todo un descubrimiento para el cine de Ford y para el western, ya que a partir de entonces se rodarían allí más películas (desde Centauros del desierto del propio Ford hasta... Forrest Gump, por poner un ejemplo reciente y de otro género).

    Como decían los carteles publicitarios, la película va más allá de la aventura épica de un grupo de blancos atravesando territorio indio; se trata de la historia de personas distintas que comparten un duro viaje en diligencia, cada una con su pasado y su futuro, con algo que ocultan o que deliberadamente muestran para ocultar otras cosas. El jugador (John Carradine), el doctor borracho (Thomas Mitchell, merecedor de un Oscar por este papel), la joven de dudosa reputación (Claire Trevor), el representante de licores (Donald Meek), la joven esposa de un soldado (Louise Platt), el marshal que cumple con su deber (George Bancroft), el conductor de la diligencia (Andy Devine) y el héroe solitario que busca la justicia por su cuenta (John Wayne). En cada parada de repostaje aparece una nueva figura que aporta cierta vis cómica a una historia que está lejos de la comedia; así, la comitiva de puritanas que pone de patitas en la calle a Doc y a la cabaretera Dallas; o el mexicano de la venta que ha sufrido el robo de su yegua y de su mujer (lamentando mucho más la desaparición de la yegua). En ese punto también tenemos un momento para la ternura, para la redención de Doc que logra alcanzar la suficiente sobriedad para atender un parto. El trayecto es pura narración y va añadiendo matices a la historia a través de lo que vamos conociendo de los personajes.

    La película lanza definitivamente a John Wayne, que por entonces estaba muy por debajo de la popularidad de Claire Trevor. Ford había dejado de trabajar con Wayne, pese a ser grandes amigos", hasta que éste madurara como actor. En esta película se convierte en el personaje prototipo fordiano de héroe americano, casi siempre solitario, arrogante, con tendencia a tomarse la justicia por su cuenta, y más tarde encarnado en otros héroes en la piel de Clint Eastwood. Los personajes de Wayne están a mucha distancia de los que encarna James Stewart, especialmente en las películas de Anthony Mann (estoy pensando en Winchester 73 y en Horizontes lejanos, por poner un par de títulos), del mismo modo que este Wayne de La diligencia se encuentra a años luz del protagonista del que para mí es el mejor western de Ford, Centauros del desierto.


    El año pasado apareció una versión restaurada digitalmente y en alta definición (en la colección Criterion) de la película y es una muy buena excusa para revisarla. Ahora que los televisores son gigantescos, ya que en los cines no se repone, al menos tendremos la oportunidad de percibir la grandeza de Monument Valley, un lugar que Ford convirtió en un icono del cine del Oeste, y la espectacularidad de la secuencia del ataque de los indios (villanos de la historia, pero ni los únicos ni los peores), una escena que, no olvidemos, se rodó hace más de setenta años.

    And the Oscar goes to...

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  • 27 febrero 2011
  • Idoia
  • Dos meses en el dique seco... En fin, cuando no se llega, es lo que hay. Esta noche va a ser la primera en muchos años que escucharé la ceremonia de los Oscar por la radio, eso si me falla la emisión online... Que incrusto en el blog, por eso de compartir la señal. Este año llego a la ceremonia con muchas películas ya vistas. Para mí la mejor película del año ha sido "Toy Story 3", que ganará en el apartado de mejor largo de animación, lo cual es verdad, pero aplastará a una película que, a priori, tiene una pinta maravillosa: "The illusionist", producida por el mismo equipo de la estupenda "Les triplettes de Belleville".

    Después de ésta creo que, sinceramente, "La red social" es de lo mejor que he visto en pantalla. Y pese a lo que se dice sobre la decadencia del séptimo arte, estoy segura de que hacía mucho tiempo que no teníamos una cartelera en la que coincidieran películas de tan buena factura, pero más que pensar en obras de arte, peliculas que me estuvieran haciendo pasar un buen rato en la butaca. "Valor de ley", "De dioses y hombres", "El discurso del rey", "La llave de Sarah" o "Más allá de la vida" están entre esos títulos, como lo está la española "Primos". Claro que combinar estos títulos comerciales con la retro de Truffaut hace que este curso esté gozando especialmente de mi paso por las butacas de cine.

    Y los miércoles, Truffaut

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  • 09 diciembre 2010
  • Idoia
  • Truffaut, Bisset y Léaud en La noche americana

    Ya llevamos un mes disfrutando de las tardes de Nosferatu y yo sin comentarlo. Donostia Kultura nos da la oportunidad de revisar la filmografía completa del gran autor de la nouvelle vague, en versión original y pantalla grande, como debe ser.

    François Truffaut (1932-1984) es uno de los máximos representantes del nuevo cine francés de la posguerra. Irrumpió en Cannes en 1959 con Los cuatrocientos golpes, una película que ahonda en la soledad, la incomunicación, la rebeldía, la infancia y la falta de cariño, a través de un personaje nacido de la infancia del propio director, y que le acompañará en cuatro películas más: Antoine Doinel.

    Cinéfilo y crítico, además de actor ocasional, la obra de Truffaut destila, por encima de todo, amor al cine. Y como hay gente mucho más conocedora de su filmografía que yo, os voy a dar algún enlace de interés.

    Nuria Vidal, escritora y crítica cinematográfica, tiene un par de blogs en los que comparte todo su conocimiento. Hay uno de "textos largos" en el que reproduce el artículo original que escribió para la publicación que Nosferatu edita con ocasión de esta retrospectiva. El texto es más que interesante y os lo recomiendo: François y los otros.

    Os remito a la web de Donostia Kultura y al folleto para conocer la programación exacta.

    En imdb, como siempre, la base de datos más completa sobre Truffaut.

    La web oficial sobre el director. Filmografía, biografía, publicaciones...

    Una web en español, bastante vistosa.

    Cantando bajo la lluvia

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  • 30 noviembre 2010
  • Retroclásica

  • Este mes tengo el placer de descubrir a unos cuantos alumnos una película optimista, sin aristas, con su buena dosis de ironía y que, de paso, ilustra un momento importante en la historia del séptimo arte. Cine dentro del cine, cine que se ríe de sí mismo, que dice mucho de sí mismo.

    Stanley Donen, a quien este blog ya ha dedicado unos cuantos párrafos, nació en Carolina del Sur (EEUU) en 1924. comenzó a los dieciséis años su carrera como bailarín en Broadway, donde conoció a Gene Kelly trabajando en la obra de Rodgers y Hart Pal Joey (por cierto, os recomiendo revisar la versión en cine protagonizada por Frank Sinatra).

    Poco tiempo después se trasladó a Hollywood, donde trabajó como bailarín y más tarde como coreógrafo en la Metro Goldwyn Mayer. Con la ayuda de Kelly y del productor Arthur Freed, comenzó a dirigir películas, para lo cual demostró sobrado talento. De esa colaboración surgió una película musical con partitura de Leonard Bernstein, On the town (Un día en Nueva York, 1949), a la que le siguió Royal Wedding (Bodas reales, 1951), que ha pasado a la historia por la secuencia en que Fred Astaire bailaba por las paredes y el techo de su habitación.

    Cantando bajo la lluvia (Singin' in the rain, 1952) es su cuarta película, también codirigida con su protagonista, Gene Kelly. Pero cualquiera que desconozca lo joven que era Donen cuando la realizó, diría que se trata de un director maduro y con larga experiencia.

    En pocas palabras

    Don Lockwood y Lina Lamont son la pareja más famosa del cine. Ella ha nacido para ser estrella del cine mudo; en cambio, él, ha llegado a donde está a base de esfuerzo y dignidad, siempre dignidad. Kathy Selden es una bailarina de coro que se gana la vida como buenamente puede y que, por casualidad, conoce a Lockwood de camino a una fiesta.

    Corre el año 1927 y, el rodaje de El cantor de jazz provoca una revolución, ya que se trata de la primera película sonora. De repente, el cine mudo y sus estrellas se tienen que enfrentar a un micrófono y...

    Gene Kelly

    Hay imágenes como la de Scarlett O'Hara en Tara arrancando un rábano a la tierra yerma y jurando que no volverá a pasar hambre; y hay imágenes como la de Gene Kelly cantando y bailando y desafiando a la lluvia, como mayor expresión del optimismo, de la felicidad y del enamoramiento. En la película, después de una noche en vela, los tres personajes principales llegan a la conclusión de que la crisis sólo se supera con optimismo y creatividad.

    Son los epítetos de optimista y creativo los que asocio a la figura de Gene Kelly (1912-1996), por sus composiciones poéticas, alegres, enérgicas, expresivas. Frente a Fred Astaire, que representaba algo así como la aristocracia del baile, me quedo con el protagonista de Un día en Nueva York, sin menospreciar al elegante Fred.

    Kelly era un perfeccionista y eso lo sufrieron sus compañeros de reparto. Todo debía estar muy ensayado y estudiado y con frecuencia las sesiones finalizaban con los pies destrozados, sangrantes. El día del rodaje de la famosa secuencia bajo la lluvia, tenía 40º de fiebre y muy poca fuerza para hacer claqué, por lo que había dos bailarinas en el plató que realizaban sincrónicamente los pasos para dar con el ruido más fuerza a los movimientos del actor. La lluvia no era agua, sino una solución salina mezclada con leche para conseguir un mejor efecto al fotografiarla; finalmente se logró rodar la secuencia completa en una sola toma.

    Después de ellos (Kelly, Astaire y el gran Bob Fosse), no ha habido ningún otro bailarín-actor icónico en el cine. Nadie tan polivalente, tan creíble y versátil, que hiciera de la coreografía algo elegante y aparentemente sin esfuerzo lo integrara en cada personaje. Kelly, además de bailarín capaz de crear coreografías tan distintas como las de El pirata y Un americano en París, era un saltimbanqui; no en vano Don Lockwood es una autoparodia acrobática, emulando a Douglas Fairbanks, o a Errol Flynn.

    Debbie Reynolds

    En cambio, Debbie Reynolds (Texas, EEUU, 1932) nunca había bailado antes de rodar esta película; por culpa de las quejas de Gene Kelly, que llegó a insultarla por no saber bailar, consiguió que el mismísimo Fred Astaire le enseñara durante el rodaje - y vaya si aprendió. Se inició en concursos de belleza que le facilitaron la entrada en el mundo del cine. Ésta es sin duda su más conocida película; más adelante recibió una nominación al Oscar por Molly Brown, siempre a flote. Quiero recordar aquí una película menor que descubrí el año pasado en la retrospectiva de Richard Brooks, protagonizada por Bette Davis y Ernst Borgnine, The catered affair, en la que interpretaba el papel de la hija de los protagonistas.

    Reynolds es famosa por otros asuntos menos artísticos. Su amistad con Elizabeth Taylor provocó su primer divorcio: estaba casada con el famoso cantante Eddie Fisher, que se fue a consolar a la Taylor cuando se quedó viuda del productor Michael Todd. Con Fisher tuvo dos hijos, Carrie y Todd. Carrie Fisher protagonizó el papel de la Princesa Leia en la trilogía de La Guerra de las Galaxias, lo cual a la legendaria Debbie le ha llevado a ser más tarde conocida como "la madre de la princesa Leia". La relación entre ella y Carrie ha sido problemática, lo que su hija reflejó en el libro y más tarde el guión de la película "Postales desde el filo", donde madre e hija fueron retratadas por Shirley MacLaine y Meryl Streep.

    Su agitada vida le ha llevado a divorciarse tres veces, a arruinarse en varias ocasiones, a vivir literalmente en su cadillac en el momento más bajo de su carrera. Actualmente Debbie Reynolds aparece en papeles secundarios en el cine y en la televisión. Es una gran coleccionista de "memorabilia", de objetos relacionados con el cine, que ha exhibido en un museo en Las Vegas y actualmente en Hollywood (esta información no está ni clara ni muy actualizada por lo que he podido comprobar en Internet).

    Los secundarios

    Esta película demuestra la importancia de los personajes/actores secundarios y su generosidad con la historia. Y es justo reconocer el gran papel, por antipático y divertido, de Jean Hagen (1923-1977), una actriz con una carrera corta en el cine por culpa del sistema de estudios (la MGM no supo qué hacer con ella), pero que encontró un hueco en el mundo de la televisión, en la que trabajó pese a su salud delicada hasta el último momento.

    Por su papel de Lina Lamont recibió una nominación al Oscar; un personaje divertido, contrapuesto al de Reynolds, que en el fondo es la visión irónica del star-system del cine mudo, y del precipitado final de muchas carreras con la llegada del cine sonoro.

    Donald O'Connor (1925-2003) tuvo en cambio una carrera larga, que comenzó con su familia en el vaudeville. En los años cincuenta protagonizó una serie de películas muy célebres, en las que su coprotagonista era una mula parlante, "Francis". O'Connor es un actor-bailarín también de corte acrobático; pero además es un humorista de verbo rápido y habla muy gestual. En esta película aporta un contrapunto cómico casi surrealista, y exhibe todo un repertorio de gestos, verborrea y baile acrobático en dos números como "Moses suposes" y "Make'em laugh", después de cuyo rodaje necesitó tres días de reposo en cama para recuperarse del esfuerzo; esto hizo cambiar de actitud a Kelly, que se había portado como un déspota con él hasta entonces, y a partir de este número comenzó a mostrarle respeto.

    Rita Moreno tiene una brevísima aparición, todavía no había alcanzado el estrellato que le proporcionó West Side Story. Quien sí tiene una aparición secundaria de lujo es la gran Cyd Charisse, que por entonces era una de las bailarinas más impresionantes, como lo eran sus piernas.

    La secuencia en la que interviene Cyd es el proyecto (casi onírico) de Don Lockwood para convertir su fallida película hablada en un musical donde todo se exprese con baile y canciones. Las escenas en que Kelly y Charisse bailan son excepcionales, luminosas, llenas de color. Representan el mundo de la MGM; el artista, la femme fatal, la búsqueda del éxito para conseguirlo todo, y el éxito supeditado al poder y al dinero. Y a la vez evocan a un genio de la Warner, Busby Berkeley, el gran innovador del teatro y el cine musical en los años treinta.

    Estamos, probablemente, ante la mejor comedia musical de la historia del cine. Ideada en principio bajo el esquema del clásico musical MGM Melodías de Broadway, Donen se encarga de cargarlo de crítica irónica. Como muchos musicales de los treinta y cuarenta, no son obras musicales globales, sino un conjunto de canciones que habían sido populares. En este caso, sólo los temas "Moses" y "Make'em laugh" son originales, aunque esta última es un evidente plagio de "Be a clown", de Cole Porter; el compositor, elegantemente, no interpuso demanda alguna y siempre declaró que "Singin' in the rain" era una de sus películas favoritas. No en vano estaban involucrados en el proyecto dos genios, los letristas y libretistas Betty Comden y Adolph Green...

    El maquinista de la General

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  • 30 octubre 2010
  • Retroclásica

  • Una película histórica

    Lo decimos en todos los sentidos. Porque acude a un episodio de la historia de los Estados Unidos; y porque es una de las películas más importantes de la historia del cine mundial. Tiene la virtud de narrar una hazaña de héroe en una guerra y, a la vez, hacernos reír. Sin embargo, cuando se estrenó fue un fracaso total, más aún cuando se trataba de una producción carísima para la época.

    En pocas palabras...

    El título original, "The General", tiene más lecturas que el título en español, ya que alude tanto al nombre de la locomotora como al rango militar. En los años de la guerra civil americana. Johnny Gray (Buster Keaton) es el maquinista de "La General", una locomotora que se reparte el corazón de Johnny a medias con Annabelle Lee, su novia. La rutina se rompe con el estallido de la guerra, todo el mundo corre a alistarse al ejército y Johnny no va a ser menos. Pero al declarar que es, de profesión, maquinista, en la oficina de reclutamiento le rechazan por ser más útil al mando de una locomotora. De allí sale desilusionado, pero lo va a estar más, porque es calificado de cobarde por no acudir a la guerra y su novia le rechaza, cosa que hace el resto de la familia de ésta. Toda una humillación.

    Éste es el punto de partida de una película que parte de un hecho real relatado en "Daring and Suffering: A History of the Great Railway Adventure" (Audacia y sufrimiento: Historia de la gran aventura ferroviaria), de William Pittenberg. La acción se desata en el momento en que los confederados roban "La General" y durante el resto del metraje contemplaremos todo lo que Gray hace para recuperarla, convirtiéndose involuntariamente en protagonista de un episodio de la contienda.

    Riesgo y precisión

    La famosa secuencia del puente se filmó en una toma única (y de qué otra forma podría ser entonces) y con gran sorpresa por parte de todos los extras que había alrededor, ya que no se les había avisado de lo que iba a ocurrir. Los restos de la locomotora permanecieron en el río hasta la II Guerra Mundial, en que fueron recuperados y aprovechados como ferralla para armamento.

    Esto da una idea del riesgo asumido en la producción de la película. En el rodaje, Keaton realizó él mismo todas las secuencias de riesgo. Visto hoy (y con esa sensación que siempre produce el cine rodado por debajo de los 24 fotogramas por segundo) parece que apenas costaba esfuerzo. El actor debía perseguir la máquina, subirse en marcha, pasar de un vagón a otro, caminar por delante de la locomotora para ir retirando obstáculos... La precisión fue máxima, hasta el punto de, en la secuencia del cañonazo, tener que ser milimétricamente exactos con la pólvora del cañón para conseguir el objetivo sin provocar un accidente en la locomotora.

    El éxito está en la planificación minuciosa y el moderno montaje que combinaba secuencias generales, cortas, primeros planos, elipsis y otros elementos narrativos escasamente utilizados en el cine mudo, ya que éste se rodaba predominantemente en estudio, de manera casi teatral, y con las limitaciones técnicas de la época. El rodaje se realizó casi exclusivamente de exteriores, en Oregón.

    Fracaso de crítica y público

    Hoy parece incomprensible que lo que se considera una obra cumbre de la historia del cine, de la comedia, fuera un auténtico fracaso de taquilla y de crítica. Comparada con otras películas de la época, resulta una superproducción. De hecho, una sola secuencia, la del puente, de pocos segundos de duración, costó 1.700.000 dólares. Al público no le hizo tanta gracia como las obras precedentes de Keaton, lo que tuvo consecuencias graves en la carrera del actor.

    Buster Keaton

    Hay tres nombres en el olimpo del cine mudo: Chaplin, Lloyd y Keaton. He leído por ahí una opinión acertada: a la pregunta de quién te gusta más, Chaplin o Keaton, la respuesta es "Si Keaton es prosa, Chaplin es poesía", o algo parecido. Buster Keaton hizo aportaciones menos poéticas, pero no por ello menos irónicas que las de Chaplin. Comparado con Lloyd, los dos hicieron un humor muy físico, de caídas, carreras y persecuciones. Sin embargo, el estilo Keaton se diferenciaba de los otros dos por una marca de la casa: el rostro serio e imperturbable. Por alguna razón le llamaban "cara de piedra" o "cara de palo". En España se le apodó en su momento "Pamplinas", no sé si intentando aludir a su condición de "poca cosa".

    Tras el fracaso de "The General", Keaton perdió el control sobre su trabajo y sus películas, lo que hizo que, después de algunas producciones, su carrera fuera difuminándose en la década de los treinta. Curiosamente, fue rescatado por Billy Wilder para un pequeño papel en "Sunset Boulevard" y por el mismísimo Charles Chaplin para Limelight. Antes de morir en 1966, apareció en otras superproducciones como "Around the world in 80 days" y "A funny thing happened on the way to the forum". Como ocurre con otras figuras de los años del cine mudo, sólo a partir de los años setenta fue reivindicado y valorado como merecía.

    Otras de mis películas de Keaton favoritas es "Siete ocasiones" (Seven chances, 1925).


    Referencias de interés en internet

    Buster Keaton en IMDB.com e IMDB.es
    The General en en.wikipedia.org y wikipedia.es
    What A Difference A Piano Makes: Buster Keaton's The General
    Un clásico de Buster KeatonPelículas - Años 20: El Maquinista de la General (1926)
    Directors we love: Buster Keaton
    Essentia Cinema: Buster Keaton's The General
    ...y mucho más si indagas un poquito en Google.

    Le Jazz Hot (Victor/Victoria)

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  • 25 octubre 2010
  • Retroclásica

  • Una de las películas realizadas por Blake Edwards y que se encuentra entre mis favoritas es ese divertimento musical titulado Victor/Victoria.

    Basada libremente en la película alemana Viktor und Viktoria (Reinhold Schünzels, 1933), este musical está considerado como el último gran musical del siglo XX.

    París, 1934. Victoria Grant (Julie Andrews) es una cantante de ópera en paro dispuesta a venderse por un plato de spaghetti. En su momento de mayor desesperación se topa con Toddy (Robert Preston), un cantante de cabaret maduro y homosexual que en un momento de lucidez se inventa el papel del conde Victor, "una mujer que finge ser un hombre que, a su vez, finge ser una mujer" y que logra ser contratado en el cabaret más popular y chic de la capital francesa. No sólo logra engañar a la audiencia, sino que enamora a un confundido empresario americano, King Marchand (James Garner). Así se inicia una historia de equívocos muy inspirada en el vaudeville de principios del siglo XX, muy divertida y con la banda sonora del gran Henry Mancini, a quien en este blog se le profesa una especial veneración. Mancini colaboró en una parte importante de las películas de Blake Edwards, esposo, además, de la actriz protagonista.

    Años después se realizó una versión para el teatro que tuvo gran éxito, a pesar de que para su estreno ya habían muerto Robert Preston y Henry Mancini, y de que Julie Andrews enfermó y una intervención quirúrgica afectó definitivamente a sus cuerdas vocales. Durante unas vacaciones de Andrews el show siguió con Liza Minnelli al frente, pero ésta dio bastantes quebraderos de cabeza, como la marcha de Tony Roberts del reparto por desaveniencias con la estrella. A Andrews, definitivamente apartada de la canción, la sustituyó Rachel Welch; sin la auténtica Victor/Victoria al frente la obra no resistió mucho más tiempo y se retiró del cartel tras 738 representaciones.

    Esta película sirve para pasar un buen rato, disfrutar con el juego de equívocos y con la música. En el fondo es un musical clásico muy del gusto de los que se producían en los años treinta, incluso estéticamente tiene ese aspecto art-déco; se le añade el sentido del humor y ese toque de comedia erótica con el que Blake Edwards siempre sazonó sus guiones y tenemos una película quita-penas, entretenida y muy bien hecha.

    A continuación os dejo con uno de los números grandes, que también se representó en la versión de Broadway. Le jazz hot, música de Mancini, letra de Leslie Bricusse. Esta escena me gusta, no sólo por lo brillante del número musical, sino por lo que sucede en ella. Genial Leslie-Ann Warren como acompañante del empresario, que se va dando cuenta de que empieza a peligrar su lugar en la vida de King Marchand... Esencial para crear el ambiente de rivalidad y la trama que llega a continuación.


    PSICOSIS, de Alfred Hitchcock

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  • 05 octubre 2010
  • Retroclásica

  • En MCM iniciamos nuestro cine-fórum mensual para alumnos de bachillerato con una película muy conocida, esencial en la filmografía de su director, Alfred Hitchcock, y que es un referente en el género de terror: PSICOSIS (1960). Precisamente este año se cumplen 50 años de su estreno.

    Alfred Hitchcock (Londres, 1899 - Los Angeles, 1980) es uno de los directores más importantes de la historia del cine, y se le conoce como "El mago del suspense", puesto que fue quien modificando las normas del cine de terror, renovó el género y supo crear una "marca de la casa", un estilo propio y reconocible que ha sido admirado, seguido, imitado y plagiado por muchos directores de cine. Son muchas de sus obras las que se encuentran en los primeros puestos de las listas de mejores películas o favoritas. Mi favorita es Vertigo (1958).

    En 1960 Hitchcock estaba en lo más alto de su carrera americana y, tras la cancelación del proyecto de rodar una película con Audrey Hepburn, leyó una novela que estaba a punto de publicarse. Esta novela se titulaba Psicosis y su autor, Robert Bloch, era un especialista en relatos de terror. Desde el primer momento el director se mostró entusiasmado con el relato y dispuesto a llevarlo a la pantalla.

    La película narra la huída de una mujer que roba 40.000 dólares y que planea establecerse con su amante, y que de camino a su encuentro se detiene a descansar en un motel solitario regentado por Norman Bates, un hombre retraído y dominado por su madre. La mujer es asesinada en la ducha brutalmente y a partir de ese momento comienza una investigación que nos descubrirá el mundo psicótico en que vive el propietario del motel.

    Las razones de que Psicosis sea una película en blanco y negro son económicas, en primer lugar, pero también una forma de atenuar el impacto visual de la sangre y de las imágenes más crudas que nos iba a mostrar. Pensemos en si la silueta de Bates frente a su casa daría mejor resultado en color, seguramente no. Se trataba, en cualquier caso, de una película de bajo presupuesto que se rodó en poco más de cuarenta días y con actores que no eran grandes estrellas. Fue acogida por la crítica con cierta frialdad, pero tuvo un gran éxito de público y hasta la fecha es una de las películas más populares de Hitchcock.

    Los protagonistas

    Como hemos dicho, los actores no eran precisamente estrellas del calibre de las que hasta el momento habían trabajado con el director británico (como James Stewart o Cary Grant). Anthony Perkins tenía una película pendiente con la Paramount y tanto él como Janet Leigh, John Gavin y Vera Miles podían ser contratados para la película por un precio más que razonable.

    Anthony Perkins alcanzó la cima de su carrera con esta película, que le hizo muy popular. Hasta entonces había trabajado en el teatro en Broadway y desde 1953 había hecho varios papeles en el cine. Psicosis le encasilló y a partir de entonces con frecuencia se le asignaron papeles oscuros y atormentados; eso ocultó el auténtico registro interpretativo de un gran actor. Uno de sus mejores papeles fue el de Joseph K. en El proceso, de Orson Welles (1962). En esta película interpreta a Norman Bates, el extraño propietario del motel; según declaró el actor, disfrutó mucho del rodaje y su relación con el director británico fue excelente, dado que aceptó varias de sus sugerencias, como por ejemplo la costumbre de comer caramelos que tiene el personaje durante toda la película. Sin embargo, fue un doble suyo el que tomó parte en la famosa secuencia de la ducha, ya que en ese momento se encontraba en Broadway preparando una obra de teatro.

    A Janet Leigh esta vez le toca el papel de la víctima, Marion Crane. No estoy descubriendo nada que no sepamos, puesto que no hay secuencia más repetida y vista que la de la ducha. Su filmografía cuenta con títulos tan diversos como Mujercitas, Scaramouche, Los Vikingos, Sed de mal o El mensajero del miedo. Nunca tres minutos de escena han dado tanto de sí. Este papel le reportó a Leigh un Globo de Oro y una nominación al Oscar como mejor actriz secundaria. Dicen que durante mucho tiempo tuvo temor a ducharse sin estar totalmente segura de estar resguardada.

    John Gavin interpreta a Sam Loomis, el amante de Marion, y Vera Miles a su hermana Lila Crane. Y entre el resto de los intérpretes hay que destacar a Martin Balsam, que ejerce de detective Arbogast, y Simon Oakland, el Dr. Fred Richmond; dos actores secundarios imprescindibles en el cine de los cincuenta, sesenta y setenta. Pero sin duda hay un papel importantísimo que no está asociado a una estrella del cine, sino que está interpretado por varios actores, que pusieron su silueta o su voz. Es la madre de Norman Bates, Norma, bueno, o lo que se supone que es...

    La música la pone Bernard Herrmann, habitual en la filmografía de Hitchcock e importantísimo en la creación del clima general de la película, en especial en la escena del asesinato. Resulta curioso que ninguna de sus composiciones para el cine de Hitchcock fuera nominada para un Oscar, nominaciones que sí consiguió con Citizen Kane y Taxi Driver; precisamente murió poco después de terminar la grabación de esta última. Su único Oscar lo ganó con All that money can buy. Podríamos decir que la famosa secuencia de la ducha se apoya, fundamentalmente en la fotografía y el montaje, pero sin la música, sin esa chirriante sección de cuerda imitando los gritos de terror de la víctima, no sería ni la mitad de terrorífica. El próximo año se cumple el centenario de su nacimiento y no está de más reivindicarlo como uno de los más grandes compositores, de los más innovadores y de mayor influencia sobre los músicos de cine actuales.

    La secuencia de la ducha

    Uno de los asuntos más cuestionados es la autoría de tal secuencia. Siempre se ha dicho que era más obra de Saul Bass que de Alfred Hitchcock, cosa que parece ser una leyenda falsa. De Saul Bass he "robado" el estilo de cartelista para componer el cartel del cine-forum de este curso. Soy una gran admiradora de este artista y creador, que se movió con igual éxito y originalidad en el mundo de la publicidad (el logo de AT&T) como en el cine. Admiro sus carteles para cine, Vertigo, The man with the golden arm, Anatomy of a murder, o West Side Story... Imitado, plagiado, homenajeado... Puede verse su huella y su escuela en obras más recientes, como Burn after reading, de los hermanos Coen, Catch me if you can de Steven Spielberg, o ha influido en créditos más 'grunge' como los de Seven. El cartel de la película y los créditos son suyos por derecho, pero Hitchcock defendió que el diseño de la secuencia era suyo, no de Bass.


    Otra leyenda dice que Hitchcock usó agua fría en la ducha para hacer gritar a Janet Leigh, pero la actriz siempre lo negó. Al igual que negó el uso de una doble [actualizando la información después de revisar la entrevista de Truffaut a Hitchcock: sí había una modelo en la secuencia] en esta secuencia que dura tres minutos y tiene cincuenta planos planificados desde más de setenta ángulos distintos (recordemos que a finales de los cincuenta no había la tecnología actual), algunos de ellos cortísimos. Para emular la sangre se utilizó jarabe de chocolate. Igualmente parece ser falsa la idea de que Leigh no estaba informada por completo de la resolución de la secuencia en el asesinato para que su reacción resultara más realista... En fin, lo que hay que destacar es el gran trabajo de edición de George Tomasini, el montador habitual de Hitchcock.

    Como curiosidad, la casa de Norman Bates es un diseño original para el parque californiano Disneyland que fue descartado en su momento. Al director le gustaron los bocetos y los utilizó. Posteriormente se realizó ese diseño para Disneyland París.


    Espero que los alumnos disfruten de esta película y con ella se aficionen al género del suspense, porque en el fondo no puede considerarse ésta una película de terror, sino una historia que te mantiene en tensión y en determinados momentos juega con el miedo. La filmografía de Alfred Hitchcock, tanto la de su etapa británica como la americana, está a nuestro alcance e invito a los alumnos a conocerla porque de una cosa estoy segura y es que tienen garantizado un buen rato de entretenimiento.

    Os dejo unos cuantos enlaces interesantes acerca de lo esbozado en este artículo.

    Youtube: Títulos de crédito iniciales de Saul Bass y la música de Bernard Herrmann
    Psicosis en Wikipedia
    50 aniversario de Psicosis
    Una reseña sobre la película
    Alfred Hitchcock, el mago del suspense
    Filmografía del director en DVD en Universal Pictures
    El cine según Hitchcock, por François Truffaut

    ... y muchas cosas más, pero... ¡pregúntaselas al tío Google!

    Balance de la retrospectiva de Don Siegel

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  • 27 septiembre 2010
  • Retroclásica

  • Hagamos balance...

    Don Siegel es un director a reivindicar; es evidente que no es uno de los más difíciles de revisar, ni de los que hay que descubrir. La retrospectiva ha carecido en ese aspecto de la "aventura" de mostrar material difícil de encontrar o en condiciones excepcionales, cosa que sí ha ocurrido en años anteriores como toda la obra alemana de Lubitsch, o directores como Mitchell Leisen o el mismo Henry King. Vamos, que no hemos tenido "joyas" de valor incalculable entre el material.

    En cualquier caso, la revisión de la filmografía del director nos ha reportado grandes momentos y algún que otro descubrimiento (personal). Así, destacaría THE LINE UP como la película para mí inédita que más me ha gustado y que aporta las primeras líneas de definición del thriller según Siegel y el placer de tener a Eli Wallach en un papel protagonista, acostumbrados a verlo siempre de secundario de lujo.

    DIRTY HARRY en pantalla grande y en esa copia digital tan cuidada ha sido algo espectacular, si bien verla en condiciones parecidas ya empieza a estar al alcance de todos en nuestras casas. Disfruté como nadie de la sesión, pero en el fondo sigo apreciando más acumular en la retina films casi inéditos aunque sea en una copia de 16mm sucia y deteriorada. En el fondo, quienes ocupamos las butacas de los cines entramos en ellas como Indiana Jones en una gruta sin importarnos las telarañas y las grietas, en busca de una preciada reliquia. Así, por supuesto, disfruté del corto merecedor de un Óscar, STAR IN THE NIGHT, una bonita historia de nochebuena contada con sentido del humor, muy a lo Frank Capra.

    Contemplar la obra (casi) íntegra de un director permite, también, tener una perspectiva de su evolución y, como tal, de la historia del cine. Cómo puede ser el mismo director el de THE BEGUILDED y SPANISH AFFAIR, me pregunto. Es evidente que ha influido de manera muy diferente en las carreras de Clint Eastwood y Carmen Sevilla (jajajaja). Y nos damos cuenta de que Eastwood es mitad Don Siegel y mitad Sergio Leone. Gran Torino es deudor de Harry Callaham, digamos que es un Harry retirado, quemado y airado.

    Una película diferente y sorprendente es THE BEGUILDED. Su ambiente cerrado, casi claustrofóbico contrasta con el predominio de la acción abierta del resto de su obra. No estamos acostumbrados a ver a un Eastwood tan sumamente acosado (y destinado a ese final). También nos ha hecho disfrutar THE SHOOTIST, una película de corte casi televisivo con un John Wayne crepuscular que concentra en su papel todos los papeles de su vida; ya lo anticipa el comienzo, con retales de personajes de muchas de sus películas clásicas.

    Películas para disfrutar son MADIGAN, ESCAPE FROM ALCATRAZ o TWO MULES FOR SISTER SARA, estas dos últimas muy populares por su difusión por televisión. De MADIGAN me quedo con Henry Fonda, que también aparece en STRANGE ON THE RUN. Creo que hoy hay pocos actores como él, que transmiten serenidad y te los crees. Son, en fin, títulos que para quienes quieran recuperarlos, no son difíciles de localizar en DVD.

    Dicen que se avecinan cambios en este Festival y... todo lo que sea una mejora será bienvenido. Por delante quedan muchos meses y lo que una desea es volver a ocupar una butaca de cine durante nueve días, en busca de un arca perdida: el buen cine. Os dejo con una secuencia de THE LINE UP, protagonizada por Eli Wallach y Robert Keith.

    Siegel, Zinemaldia 25 de septiembre, CLAUSURA

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  • 25 septiembre 2010
  • Retroclásica
  • Siempre llegamos al último día del festival con un doble sentimiento. Por un lado el cansancio, los pases acumulados en la retina, el trabajo a deshoras, las pocas horas de sueño hacen que sintamos ganas de que esto se acabe y de retomar un poco la rutina, los horarios normales, el desayuno, la comida y la cena de fundamento.

    Sin embargo el sentimiento de pérdida, de que se acaba, de que mañana se van esos compañeros y amigos con los que has estado codo con codo, apagando fuegos, apagando la sed con una cervecita en "El ensanche" después de tu último pase. Algunos volverán el año que viene, pero siempre hay alguien que no repite y no vuelves a ver. Son amistades extrañas, porque durante diez días compartes confidencias, la responsabilidad de que todo salga bien; compartes mesa, comida, risa, chistes, bromas, canciones. Y después se van, dejas de verlos, con algunos cruzas cuatro mensajes a lo largo del año y a la mayoría les pierdes la pista.

    Pero llega un nuevo festival y siempre pasa lo mismo. La ciudad está igual y nosotros,... nosotros parece que nos vimos ayer. Las películas son otras, pero los quebraderos de cabeza y las emociones dentro de la sala siguen siendo exactamente las mismas.

    Y hoy celebramos nuestra clausura particular viendo lo poco que quedaba por revisar. Las películas se van desmontando y vuelven a sus latas y sacas. Siegel viajará a Madrid para, como reza la tradición, proyectarse en el Doré de la Filmoteca. Pero hasta el definitivo hasta pronto, esta tarde veré:
    Este "master" en torno a la obra de Don Siegel ha sido, como siempre, completo y de gran interés. Por encima de todo, una retrospectiva entretenida de la mano de uno de los autores que transformaron el género del thriller. Un artesano que empezó haciendo de todo un poco en los estudios y que como Sam Peckinpah creó un estilo propio.

      Siegel, Zinemaldia 24 de septiembre

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    • 24 septiembre 2010
    • Retroclásica

    • Recta final. El viernes significa salas repletas, ambientillo. Público que sólo se puede permitir acudir el fin de semana y que lo hace con total ilusión. Ya empiezan las despedidas, hay quien ya se ha ido, o quien ha llegado hoy in extremis. Estoy cansada, se duerme poco, se trabaja mucho y en las sesiones se resiste a base de café, con lo que a la hora de dormir es inevitable estar desvelada.

      Me encanta "Escape from Alcatraz", siempre que la veo en la tele me quedo hipnóticamente enganchada. Quizá es un género que me gusta, porque me engancho igual a "Brubaker" que a "Shawshank redeption" o "The great escape". Qué decir, este invierno me compré "Cool hand Luke" en BluRay y cómo la disfruté...

      Siegel, Zinemaldia 23 de septiembre

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    • 23 septiembre 2010
    • Retroclásica
    • Los jueves se anima un poco más el cotarro, empieza a oler a fin de semana y se nota. Mi plan para hoy es de los de disfrutar viendo películas muy conocidas. De ellas os quiero recomendar especialmente "Charley Varrick", con el buen trabajo de Walter Matthau; película que descubrí el pasado invierno en Nosferatu y que me resultó entretenida. Después tenemos al inefable "Dirty Harry", quizá la película dirigida por Siegel más conocida por el público en general; superadas todas las calificaciones-descalificaciones, yo me quedo con el rato de entretenimiento y el retrato de los personajes de esta historia llena de golpes de efecto. Y más Clint Eastwood con "Two mules for Sister Sara", donde brilla Shirley MacLaine. En cuanto a Baby Face Nelson, creo haberla visto en algún momento, pero es sin duda la película que voy a disfrutar como si la viera por primera vez...

      Siegel, Zinemaldia 22 de septiembre

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    • 22 septiembre 2010
    • Retroclásica

    • Ya hemos pasado el ecuador. Objetivo: llegar en forma al sábado. Los invitados van y vienen, la verdad es que nosotros, desde la trinchera, desde la butaca del cine, nos enteramos poco de todo el glammour que se destila entre las ruedas de prensa, los photocalls y demás eventos de copetín. Yo, donde me lo paso verdaderamente bien, es a pie de pantalla, aprendiendo cosas nuevas, en contacto con el público, con los amigos que acuden a las salas, con los que han seguido mis recomendaciones; disfruto con los comentarios entre película y película, con el café bebido a toda prisa para mantener el ojo abierto en esa cuarta sesión que tanto pesa.

      Hoy hay más sesiones que controlar. Aclaro una cosa, no sólo hay estos pases, apunto aquí los que están a mi cargo, en principio porque lo veo casi todo (sólo hay un par de títulos que no hay manera de encajar en mi agenda). Insisto en que todo sobre el festival está en la estupenda web del Zinemaldia, y ahí encontraréis información completa sobre esta retrospectiva y todo lo demás, claro.
      Observando las películas de Siegel a este ritmo a veces se pierde la perspectiva, pero por otro lado en una misma jornada se puede asistir a cuatro momentos en su obra que pueden resumir toda una trayectoria.

      Lo que ayer comprobé es que el trabajo en televisión de nuestro director clásico se benefició de la economía y eficiencia de sus recursos. Siegel era muy rápido rodando y muy efectivo. El tratamiento de The Killers tenía narrativamente bastante que ver con el telefilm The hanged man. Los planos, ángulos y movimientos de cámara son de gran eficacia. Con frecuencia son lo que aporta la calidad cinematográfica a lo que podría ser un argumento del montón. Así, en THE LINE UP, toda la secuencia final adquiere emoción gracias a la geometría de la autopista, que propicia un claro "no hay salida". A propósito, qué maravilla tener por fin a Eli Wallach en un papel protagonista.

        Y vimos a Julia Roberts...

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      • 21 septiembre 2010
      • Retroclásica

      • (Fotos: Fanny Brice)

        ...y lo que tuvimos que escuchar.

        Porque EAT, PRAY, LOVE resulta una película larga y aburrida y, claro, creo que por cortesía las intervenciones de los periodistas especializados fueron escasas y superficiales. Y dio la nota la prensa rosa-amarilla, ésa que lo invade todo y llena la ciudad de niñas monas micrófono en ristre montando el espectáculo y tíos descarados haciendo preguntas surrealistas o indiscretas. Bochornosa la batería de sandeces que se formularon a Julia Roberts y Javier Bardem, pese a la premisa de no poder realizar ninguna pregunta acerca de su vida personal. Pero da igual.

        Jesús Torquemada, que ejerció de moderador (y le hubiera pedido que ejerciera de INQUISIDOR y quemara en una pira a unos cuantos elementos indeseables de la prensa tomatera), tuvo que recordar a la audiencia que también estaban Richard Jenkins, más el director y la productora de la película. Sólo en un instante alguien recordó a Roberts que venía no sólo a apoyar la película, sino también a recoger el Premio Donostia, a lo que respondió con los tópicos de siempre.

        Eché de menos el ambiente y la distensión del encuentro de la prensa con Meryl Streep. Aquello fue un diálogo agradable de una persona relajada con una prensa agradecida. De la rueda de prensa me quedo con las breves pero interesantes y divertidas conversaciones con Conchita Casanovas, de RNE, e Inma Merino, de El Punt.

        Siegel, Zinemaldia 21 de septiembre

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      • Retroclásica

      • Las sesiones entre semana son más tranquilitas. El público de las retrospectivas clásicas, además, es casi siempre el mismo. Es tranquilo y aprecia la oportunidad de ver en la pantalla grande un tipo de cine que hoy está arrinconado en las filmotecas, que a duras penas recuperan los canales temáticos y que a veces ni siquiera puede encontrarse en soportes comerciales como el DVD. Ver estas películas en una sala, a oscuras, en pantalla grande y versión original, es una experiencia que no puede compararse con verlas en un televisor. En estos quince festivales que llevo a mis espaldas, ya conozco a muchas de las personas que fielmente cada año vienen a verlo todo, o lo que pueden, o lo que su apretada agenda festivalera les permite. Y de vez en cuando llega alguna cara conocida, viendo "Black Narcissus" de Michael Powell estuvo su gran admirador, Francis Ford Coppola. Johnathan Demme vino a ver una de Ernst Lubitsch. Vargas Llosa vio unas cuantas clásicas cuando estuvo aquí como presidente del jurado oficial. La retrospectiva clásica atrae a la gente cinéfila, a los que desean disfrutar con una buena historia al margen de todos los avances técnicos que nos brinda el cine actual.

        Y hoy disfrutaré viendo...

        Julia Roberts está en Donostia

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      • 20 septiembre 2010
      • Retroclásica

      • (Fotos: web del Zinemaldia) La sonrisa más ancha del cine mundial se exhibió a la entrada del Hotel María Cristina. Espero poder entrar en la rueda de prensa y tomar alguna fotografía propia aunque, lo confieso, para estas cosas una anda algo DESMOTIVADA.

        Le acompañan dos coprotagonistas de EAT, PRAY, LOVE, Javier Bardem y Richard Jenkins (probablemente él y Roma sean lo mejor de esta película...).

        El libro sobre Don Siegel

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      • Retroclásica

      • (Foto: Montse G. Martínez, Festival) Ayer en el club de prensa se presentó la tradicional publicación sobre el director objeto de la retrospectiva clásica del festival. Este libro sobre Don Siegel, publicado conjuntamente entre el Festival de Cine de San Sebastián y la Filmoteca Española, está coordinado y editado por Ana Cristina Iriarte, de la Filmoteca, y Quim Casas, escritor y crítico de cine. Es un conjunto de artículos aportados por especialistas en la obra del director que describen la trayectoria y la definición del estilo personal de Siegel, que marcó un antes y un después en el tratamiento del cine policiaco transformándolo en el thriller que durante los años setenta crearon escuela. Escuela a la que pertenece su más avanzado discípulo, Clint Eastwood, quien tomó tanto de Siegel como de Sergio Leone el testigo que tan claramente ha llevado en obras como su propia secuela de Dirty Harry, o en sus obras cumbre, Unforgiven o Gran Torino, por ejemplo.

        La que escribe estas líneas todavía, aunque parezca mentira, no tiene el libro. Sin comentarios al respecto, claro. En el mismo evento se presentó la publicación de la retrospectiva temática, .DOC

        Siegel, Zinemaldia 20 de septiembre

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      • Retroclásica

      • Hoy es el día de Julia Roberts. Lástima que la rueda de prensa coincida con la presentación del libro que el Festival de Cine junto con la Filmoteca Española han editado en torno a la estupenda retrospectiva de Don Siegel que estamos viendo en Donostia. Como siempre que llega al certamen una estrella de esta magnitud, se ha desatado la locura colectiva.

        El libro está coordinado por el crítico Quim Casas y en la línea de las publicaciones del Festival junto con la Filmoteca, es un estudio completo y concienzudo sobre el director, su trayectoria y su obra. Sin duda alguna, para mí, es el libro más preciado de cuantos se editan en el Zinemaldia.

        Bien, esta tarde hay más cine del bueno y debo controlar los siguientes pases:
        Creo que Death of a Gunfighter y Madigan las he visto (interpretadas por Richard Widmarck, un actor que me gusta mucho). A Carlos Aguilar le hará ilusión saber que pasaré un rato contemplando en la pantalla grande un trabajo del gran Eli Wallach, a quien habéis podido ver, muy mayorcito, en The Ghost Writer, de Polanski, que ha recibido en Donostia el premio Fipresci.

        Siegel, Zinemaldia 19 de septiembre

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      • 19 septiembre 2010
      • Retroclásica
      • Domingo. Se supone que hoy es el último día del proceso de inicio y que, a partir de mañana, todo va a "fluir" sin necesidad de que les demos un empujón. Los ayudantes ya se han acostumbrado al blanco y negro, al sonido mono con fritura, a las historias clásicas y al estilo Siegel.

        Este trabajo de revisar cómo se proyectan las películas es... un placer. Sobre todo porque me permite descubrir historias que me sorprenden, que me han emocionado. Anotaré esos títulos para, cuando finalice todo, escribir una crónica más personal y recomendaros esos descubrimientos.

        Hoy toca la revisión de:
        Es decir, ya estamos disfrutando de "Cuando Clint encontró a Don Siegel".

        Estos dos primeros días de Festival hemos tenido, como es habitual el fin de semana, las salas llenas. Por lo menos en el Príncipe 6, donde este año he acampado (echando mucho de menos la sala 2, en la que he pasado prácticamente los catorce festivales precedentes), se nos llena inmediatamente la sala. Claro que no es ni la más grande, ni la mejor; las personas bajitas sufrimos ese error de diseño de una sala plana con una pantalla alta e incómoda, ya que nos pasamos el rato esquivando la cabeza de quien se sienta delante.
         
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